Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Mac Gul, un nuevo descubrimiento sobre el lodo emitido por los insectos de terciopelo puede revolucionar el diseño de materiales sostenibles. Sus resultados estima cómo la estructura de proteínas encontradas naturalmente, que se almacena en especies de Australia, Singapur y Barbados durante la evolución de aproximadamente 400 millones de años, permite el cambio de lodo de líquido a fibra y espalda. Es un descubrimiento que puede afectar los bioplásticos reciclados de próxima generación.
“La naturaleza ya ha encontrado una manera de hacer contenido que sea fuerte y viable”, dijo Matthew Harrington, profesor de química y presidente de investigación de Canadá, en la química verde liderando el estudio. “Al regular la molécula de los insectos de terciopelo, ahora estamos un paso más cerca de este asunto para crear una copia del rendimiento que usamos todos los días”.
Las criaturas como los insectos de terciopelo, pequeños ganaderos, que se encuentran en los bosques húmedos del hemisferio sur, usan su lodo para capturar a la víctima. Cuando se extraen, las fibras crudas se aprietan rápidamente, ya que es como un nylon. El lodo se mezcla con agua y se puede formar en nuevas fibras. Hasta ahora, el procedimiento molecular detrás de esta inversión ha sido un problema.
Usando el ajuste de proteína y el pronóstico de la estructura de conducción de IA (Al-NAFold, 2024 Noble Premio Tool), el equipo de Herrington identificó la primera proteína desconocida en el lodo que actúa como receptores celulares en el sistema inmune. Los investigadores creen que las proteínas del receptor funcionan para conectar grandes proteínas estructurales durante la formación de fibras. Al comparar dos subgrupos de gusanos de terciopelo, que se separó hace unos 380 millones de años, los investigadores mostraron la importancia evolutiva y la compatibilidad práctica de esta proteína.
Un plan para materiales reciclados
Los plásticos tradicionales y las fibras artificiales se realizan comúnmente con avances basados en petróleo y requieren procesos relacionados con la energía para fabricar y reciclar, que a menudo incluyen calor o tratamiento químico. Sin embargo, el gusano de terciopelo utiliza fuerzas mecánicas fáciles – – de. Estiramiento y tirón: para producir fibras fuertes y sostenibles, que se pueden disolver y reutilizarse más tarde con pronósticos borreables, sin ninguna producción nociva.
“Obviamente, una botella de plástico que se disuelve en agua será limitada, pero al ajustar la química de este mecanismo de unión, podemos lograr este problema”, dijo Herrington.
El estudio fue escrito conjuntamente por investigadores de la Universidad McGill y la Universidad Tecnológica de Niang (NTU) en Singapur. El próximo desafío del equipo tendrá que estar expuesto a una interacción experimentalmente vinculante y descubrir si este principio puede moldearse para el contenido del ingeniero.