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Las sanciones de Trump a Rusia han desplazado la dinámica de la guerra al frente energético

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Lejos de las primeras líneas de un estancamiento en el campo de batalla, Rusia y Ucrania están librando una feroz guerra paralela por los recursos energéticos de cada uno que puede hacer más para obligarlos a sentarse a la mesa de negociaciones que cualquier oleada de diplomacia internacional.

La lucha se ha puesto de relieve en los últimos días cuando Estados Unidos y Europa anunciaron nuevas sanciones a la industria petrolera rusa, el alma de la maquinaria de guerra del Kremlin. Ucrania ha estado trabajando para movilizar acciones internacionales contra la economía energética de Rusia, en medio de lo que llama sus propias “sanciones de largo alcance”: ataques con drones que han dañado docenas de refinerías rusas.

Rusia ha atacado la infraestructura de electricidad y gas de Ucrania, que ha atacado repetidamente en una campaña devastadora a medida que se acerca el invierno. El objetivo, dicen los expertos, es paralizar la capacidad de Ucrania para actuar y destruir la voluntad de su pueblo de acatar la guerra.

No está claro si alguna de las partes cederá a la presión económica. Pero cada uno ve su fuerza ofensiva, dicen los analistas, como una palanca estratégica para romper el estancamiento en un conflicto que ha durado casi cuatro años y hasta ahora se ha resistido a los esfuerzos de paz de la administración Trump.

Si bien esos esfuerzos se han intensificado recientemente, las conversaciones sobre el fin de la guerra dependen de las realidades del campo de batalla. A medida que sus fuerzas ganaron territorio, aunque de manera glacial y a un gran costo, Moscú presionó para lograr un acuerdo que exigiera que Kiev renunciara a todas las tierras que había perdido y algunas que aún poseía. Ucrania lo considera un fracaso e insiste en un alto el fuego que congele la actual línea del frente, una propuesta rechazada por el Kremlin.

Se espera que Rusia continúe ejerciendo presión en el campo de batalla. Pero con la desaceleración de la guerra terrestre en invierno, la escasa vegetación que reduce la cobertura de las tropas y el brutal frío que pone a prueba la logística, es probable que la batalla por el poder permanezca en el frente más activo en los próximos meses.

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