Una cascada de tormentas inusualmente destructivas ha azotado el sur y el sudeste de Asia, matando al menos a 1.200 personas -una cifra que podría aumentar- y desplazando a millones más.
La región no es ajena a tormentas de gran magnitud, denominadas ciclones, huracanes o tifones, que van acompañadas de lluvias monzónicas en noviembre y diciembre. Pero la secuencia de este año ha sido particularmente devastadora.
Aquí hay una imagen del caos.











