Durante décadas, la coca se consideró materia prima prohibida de la cocaína. La policía ha destrozado plantas en toda la Cordillera de los Andes y Washington ha dado miles de millones de campañas electorales.
Y, sin embargo, en Bolivia, donde la coca se cultiva, se vende y se consume legalmente, una tarde un funcionario de comunicaciones del gobierno arregló un trípode en la pequeña ciudad andina de San José de Perry, mientras un agricultor filmaba mientras preparaba el suelo para la coca.
“Voy a explicar cómo utilizar esta herramienta llamada Walhuua”, dice el granjero Jaim Mammani (643), “estante de tres estilos”. “Ahí está, acabas de plantar los árboles jóvenes”.
Para muchos, la coca existe enteramente como base de la cocaína: cortando una planta, mezclada con productos químicos, transformada en laboratorios secretos y contrabandeada por todo el mundo. Sin embargo, en su forma natural es completamente otra cosa: un estimulante ligero en la comunidad andina durante el milenio, creación y tributo.
De hecho, Coca es un pequeño país sudamericano sin salida al mar de Bolivia, una parte integral de Bolivia cuyo gobierno está liderando la campaña de la ONU para eliminar las hojas de la lista de las drogas más peligrosas del mundo.