Si espera quedarse dormido en una larga siesta, hacer cualquier cosa que requiera movimiento puede ser lo último que tenga en mente.
Pero un estudio encontró que hacer algo de ejercicio unas horas antes de acostarse puede ayudarte a dormir mejor.
Los investigadores encontraron que breves ráfagas de ejercicios de resistencia, como sentadillas en silla y elevaciones de pantorrillas (cada media hora antes de acostarse), aumentaban la duración del sueño en 27 minutos.
Las recomendaciones actuales desaconsejan el ejercicio vigoroso antes de acostarse, ya que aumenta la temperatura corporal y la frecuencia cardíaca.
Pero los resultados sugieren que puede que no sea tan malo. Investigadores de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda reclutaron para su estudio a 30 participantes de entre 18 y 40 años.
Los investigadores encontraron que breves ráfagas de ejercicio de resistencia cada media hora antes de acostarse mejoraron la duración del sueño en 27 minutos (imagen de archivo).
Las recomendaciones actuales desaconsejan el ejercicio vigoroso por la noche antes de acostarse, ya que eleva la temperatura corporal y la frecuencia cardíaca (imagen de archivo).
Los resultados muestran que el ejercicio nocturno no perjudica la calidad del sueño, contrariamente a las recomendaciones actuales sobre el sueño (imagen de archivo).
Todos afirmaron estar sentados más de cinco horas al día en el trabajo y más de dos horas por la noche.
Cada participante completó dos sesiones en un laboratorio, comenzando alrededor de las 5 p.m.
En una sesión, se sentaron durante cuatro horas y en la otra hicieron tres minutos de ejercicios de resistencia simples cada 30 minutos durante cuatro horas.
Cada intervalo de actividad incluyó tres rondas de ejercicios (sentadillas en silla, elevaciones de pantorrillas y elevaciones de rodillas con extensiones de cadera con piernas estiradas) durante 20 segundos cada una.
Antes de la prueba, los participantes durmieron una media de siete horas y 47 minutos.
Pero el análisis mostró que después de la pausa de actividad, durmieron una media de 27 minutos más en comparación con las otras sesiones.
Tampoco hubo diferencias significativas en la eficiencia del sueño, lo que significa que los participantes no se despertaron nuevamente durante la noche después de terminar el ejercicio.
Aunque las pausas en la actividad pueden mejorar el metabolismo después de las comidas, hasta ahora no estaba claro si esto tenía algún efecto sobre el sueño.
Dormir mal se asocia con un mayor riesgo de sufrir trastornos cardiometabólicos, como la enfermedad coronaria.
En un artículo de la revista BMJ Open Sport and Ejercicio Medicine, el equipo afirmó: “Estos hallazgos se suman a un creciente conjunto de pruebas que indican que el ejercicio nocturno no perjudica la calidad del sueño, contrariamente a las recomendaciones actuales sobre el sueño”.










