Durante meses, empresas y funcionarios de toda Asia han estado esperando que el presidente Trump responda una pregunta central de su disruptivo plan para el comercio global.
¿Cómo se determina la procedencia de un producto en un mundo donde prácticamente todo lo que compramos, desde computadoras y teléfonos hasta sofás y automóviles, contiene piezas de diferentes países?
La respuesta es fundamental para el objetivo de Trump de reducir el papel dominante de China como punto de origen de muchos de los productos manufacturados del mundo.
“Es un problema durmiente”, dijo Wendy Cutler, vicepresidenta senior del Asia Society Policy Institute, un grupo de expertos. “La gente intenta convencerse de que es sólo una cuestión técnica, pero si das un paso atrás, todo depende de ello”.
Ninguna región está más abierta a la represión de Trump que el Sudeste Asiático. Cada año, miles de millones de dólares en materias primas, maquinaria y productos manufacturados fluyen desde China a través de Vietnam, Tailandia, Malasia y otros países de la región.
Antes del viaje de Trump a Asia esta semana, sus funcionarios comerciales se reunieron con negociadores de otros países para intentar llegar a acuerdos. Pero todavía está en el aire si un posible acuerdo detallaría cómo quiere Trump definir la nacionalidad de los productos.
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