“Dragon”, en la que HBO supuestamente gastó todo el dinero, es un asunto más reservado e incómodo, una condición que se prolonga hasta la segunda temporada. Aparte de Eve Best como la matriarca montada en un dragón, la princesa Rhaenys y Evan Mitchell como el aterrador Amond, ninguno de los miembros del elenco supera el nivel habitual de profesionalismo del programa para causar una impresión significativa. Y cuando aparecen, sus dragones parecen y suenan más domesticados.
La nueva temporada comienza con los truculentos alfa Targaryens, Rhaenyra (Emma D’Arcy) y Aegon (Tom Glynn-Kearney) intrigando en sus respectivos castillos. Rhaenyra, la legítima heredera del Trono de Hierro (el término es más fácil de usar) está exiliada con su tío y marido Damon (Matt Smith). Su medio hermano Aegon toma el trono y gobierna como un niño hambriento, para horror de su madre, Alicent (Olivia Cooke), quien fue la mejor amiga de Rahenara hasta que se casó con el padre de Rahenara, el rey anterior.
(“Dragon” es una saga familiar con relaciones enredadas y obscenamente siniestras, y los espectadores menos obsesivos no tendrán muchos problemas para distinguir quién es quién. Por una tarifa adicional, puedes verlo en Prime Video y en los útiles personajes y actores en pantalla de Amazon. Uso de guía.)
Las preguntas son políticas (quién terminará con la corona y cuánta sangre se derramará para descubrirlo), pero lo que está en juego es personal. Las mujeres se inclinan a negociar y llegar a acuerdos, mientras que los hombres están dispuestos a desatar al dragón, pero el vínculo entre madre e hijo, vivos y muertos, complica las cosas.
El drama doméstico intensificado y salpicado de sangre está hábilmente elaborado y es conmovedor en algunas partes. Glynn-Kearney logra generar una pizca de simpatía por Aegon, quien se encuentra en un grado trágico, y Smith transmite los sentimientos encontrados de Daemon, cuya sensación de que él también ha sido despojado de la corona pone a prueba su lealtad a su sobrina en la Ley.










