China alguna vez fue llamada el “Reino de la bicicleta” debido a la práctica generalizada de andar en bicicleta en este país densamente poblado. Hubo un tiempo en que la bicicleta era una de las “tres rondas” de cada hogar chino, junto con un reloj de pulsera y una máquina de coser.
Sin embargo, el país ha enfrentado muchos desafíos desde la transición de las bicicletas a los automóviles y otros motores de combustión. Este cambio genera problemas complejos para el medio ambiente, la sociedad y la economía. Beijing se ha vuelto particularmente conocida por la mala calidad del aire y el denso smog.
El rápido crecimiento demográfico, el elevado tráfico y la expansión económica ejercen mucha presión sobre la ecología de Beijing.
A pesar de estos obstáculos, Beijing ha mejorado significativamente la calidad del aire en los últimos años, sirviendo de modelo para otras ciudades, particularmente en el sur de Asia, que enfrentan problemas comparables.
Cuando China surgió como el mayor productor y consumidor de automóviles del mundo, tuvo que lidiar con los efectos dañinos del aumento del consumo de petróleo, pero ahora los cielos de China están más despejados y la calidad del aire ha mejorado enormemente.
De acuerdo a Foro Económico Mundial, La capital china ha reducido la contaminación por partículas finas en un 64% y el dióxido de azufre en un 89% desde 2013; ahora otras ciudades están siguiendo su ejemplo.
Según un una suspensión, Beijing ha implementado una política de conversión de carbón en gas desde 2005 y en 2017 había reducido la combustión de carbón en aproximadamente 11 millones de toneladas. Las instalaciones de tratamiento terminal de alta eficiencia se renovaron continuamente y durante este período se implementaron estándares de emisiones ultrabajas.
La prevención y el control de la contaminación vehicular han sido durante mucho tiempo una tarea importante en el control de la contaminación del aire en Beijing. Centrándose en los vehículos nuevos, los vehículos usados y la calidad del combustible, Beijing ha implementado una serie de estándares locales de emisiones y medidas de control integrales, al tiempo que fortalece continuamente la gestión del tráfico y los incentivos económicos.
Aunque el número de vehículos en Beijing se ha triplicado en las últimas dos décadas, las emisiones totales de contaminantes han disminuido significativamente.