
Los disturbios en Bangladesh fueron repentinos, pero en otros sentidos se habían ido acumulando durante mucho tiempo. (archivo)
Las protestas y el derramamiento de sangre han derribado el régimen de Sheikh Hasina, pero el camino a seguir está lejos de ser seguro. Aquí hay cuatro escenarios posibles.
El golpe en Bangladesh ha sido un terremoto político. La primera ministra Sheikh Hasina, que ha estado en el poder durante los últimos 15 años, ha huido, y los líderes de la gobernante Liga Awami también se encuentran escondidos o huyendo.
El economista y premio Nobel Muhammad Yunus ha sido elegido por el presidente de Bangladesh, Mohammad Shahabuddin, para encabezar el nuevo gobierno interino. En ese momento, una sensación de esperanza y euforia se extendió por la mayor parte del país.
Pero como ocurre con los terremotos, una vez que el polvo se asienta, los cimientos siguen siendo en gran medida los mismos.
Para evaluar hacia dónde se dirige el país en el futuro inmediato y próximo, es necesario reconocer algunos aspectos fundamentales.
Los que se levantaron fueron estudiantes y algunos profesores, un gran grupo de otros jóvenes, los pobres de las zonas urbanas y la oposición política. Representan sentimientos generalizados.
El régimen autocrático, violento y contrabandista de Sheikh Hasina ya no pudo cumplir sus promesas de desarrollo económico, y las críticas a sus abusos generalizados contra los derechos humanos se volvieron cada vez más abiertas y audaces.
Pero la popularidad de las protestas contra Sheikh Hasina no oscurecerá el hecho de que “el pueblo” no está de acuerdo. Las protestas fueron impulsadas por la frustración y la ira, no por una visión política alternativa clara.
No hay ninguna organización formal detrás del despertar masivo. Fue un movimiento muy poderoso e impulsado, cuyo mantenimiento podría resultar muy agotador a largo plazo.
Todo esto sucedió de repente, pero en otro sentido se venía gestando desde hacía mucho tiempo.
El país ha visto varios movimientos de protesta popular en la última década: Shahbagh, Hefazat, la seguridad vial, la eliminación del IVA en la educación y el movimiento de cuotas en 2018.
Además, la baja participación de votantes en las elecciones, el bajo cumplimiento tributario y varias otras formas de dilación y desgana indican que el régimen de Sheikh Hasina carecía de una legitimidad generalizada.
Las encuestas muestran que la gran mayoría de los bangladesíes quieren democracia, derechos humanos y pueden votar por sus representantes, y criticarlos cuando se les pide. Esta es la información básica del país.
¿Quién es quién?
Políticamente, la Liga Awami está herida pero sigue viva. El opositor Partido Nacionalista de Bangladesh es una organización resiliente que ha sobrevivido 18 años en el olvido y ahora es probable que gane por abrumadora mayoría en cualquier elección libre y justa.
De manera similar, el centro de la política todavía está dividido entre el BNP y la Liga Awami, lo que hace poco probable que la Liga Awami se mueva en un sentido o en otro. Si bien su líder autocrático puede haberlos abandonado, el grupo sigue siendo una red de personas que no se detendrán ante nada para buscar el poder.
Pero hay una diferencia importante entre los dos grupos: el liderazgo.
El líder exiliado del BNP, Tariq Rahman, sigue siendo el heredero y jefe legítimo del partido, lo que recuerda extrañamente al emperador mogol Humayun del siglo XVI, quien mantuvo su derecho al trono durante su exilio de 15 años.
Por otra parte, no hay ningún sucesor aparente de Sheikh Hasina en la Liga Awami, que se abstuvo activamente de que surgiera un sucesor. Tomará tiempo reconstruir el equipo.
Un último (y quizás el más importante) fundamental: todas las demás fuerzas políticas siguen ahí. Primero la Jamaat, Hefazat, la izquierda y la voz de la sociedad civil. Aunque todos buscan el poder y algunos son fundamentalistas, pocos son poderosos. Pero podrían proporcionar a los miembros de la Liga Awami una plataforma para abandonar el barco.
Y hay líderes empresariales, funcionarios de alto rango, oficiales militares y jueces, muchos de los cuales fueron nombrados por Sheikh Hasina o se beneficiaron de su gobierno. Todos tendrán intereses creados y cambiarán de opinión, pero serán moderados.
Si hay alguna lección que aprender de movilizaciones populares similares en Sri Lanka, el sudeste asiático o el Medio Oriente, es que estas fuerzas arraigadas pueden resultar mucho más poderosas y sostenibles que la movilización callejera, incluso cuando persisten las demandas de reformas fundamentales.
Cuatro escenarios futuros
En primer lugar, la rebelión ha acumulado suficiente fuerza como para que Yunus justifique reformas radicales.
Esto incluiría el establecimiento de garantías constitucionales para elecciones libres y justas. Es probable que las primeras elecciones se celebren en los próximos meses, bajo la atenta mirada de los militares, una población movilizada y la sociedad civil, así como de aliados extranjeros.
El desafío es garantizar que el próximo gobierno no restablezca el gobierno de Sheikh Hasina e impida que sus rivales se organicen y hagan campaña de manera efectiva.
En efecto, el país necesita un nuevo gobierno interino, como han exigido el BNP y los partidos de oposición. Esto probablemente beneficiará a la Liga Awami reestructurada a largo plazo y será su mejor apuesta.
Un segundo escenario es que Yunus haya demostrado ser políticamente ingenuo y que el poder generado por el levantamiento popular esté menguando. Luego se preparará el escenario para que los guerreros experimentados y los generales y funcionarios oportunistas de la política de Bangladesh conduzcan el evento.
Un tercer escenario es que no haya acuerdo sobre los fundamentos, la economía sufra, estallan protestas callejeras y Yunus finalmente se vea obligado a dimitir. Luego, los generales tomarían el poder por un tiempo antes de convocar elecciones anticipadas, negociando un compromiso y entregando efectivamente el poder a Rahman y el BNP.
Un último escenario es que los estudiantes formen un partido político y traigan gente tanto del BNP como de la Liga Awami y emerjan como una fuerza política poderosa, alterando la estructura bipartidista tradicional de Bangladesh.
Probablemente las probabilidades estén en su contra, pero esto es un buen augurio para una transición democrática duradera en Bangladesh.
Arild Engelsen Rudd es profesor de Estudios del Sur de Asia en el Departamento de Estudios Culturales y Lenguas Orientales de la Universidad de Oslo.
El Dr. Mobasher Hassan es investigador postdoctoral en el Departamento de Estudios Culturales y Lenguas Orientales de la Universidad de Oslo. Su investigación fue financiada por el Consejo Noruego de Investigación.
Publicado originalmente bajo Creative Commons por información 360.