
El poeta inglés Alfred Tennyson, en uno de sus famosos poemas, hace que el poderoso pero mortalmente herido Rey Arturo en su momento de muerte confiese la verdad universal de que “las viejas reglas se cambian, se crean nuevos lugares y Dios se llena a sí mismo de muchas maneras, para que no una buena costumbre corrompe el mundo.” hace.”
Tennyson creía que el cambio es la ley de la naturaleza y que el dominio de un poder, una cultura y una costumbre es perjudicial para el mundo. Este concepto es muy relevante en el panorama político actual dominado por Estados Unidos y las potencias occidentales. La reunión de los líderes del Grupo de los Siete (G7) en Italia el jueves y viernes para su cumbre anual subraya la necesidad de que la gobernanza global se adapte y acepte las voces de las naciones emergentes para garantizar un orden internacional dinámico y equitativo.
Cumbre del G7 y cuestiones globales
Como era de esperar, la seguridad de Ucrania dominó la cumbre. El primer día se trató la propuesta de Estados Unidos de prestar a Ucrania 50.000 millones de dólares procedentes de activos rusos, lo que iba en contra del derecho internacional. Gran parte del segundo día se dedicó a buscar formas de frenar las exportaciones de China. Se dedicó poco tiempo a la brutal guerra de Israel en Gaza.
El estilo de liderazgo de Estados Unidos y su posición como potencia número uno del mundo a menudo se cuestionan debido a su percepción de política exterior bipartidista. Con el ascenso de las fuerzas de derecha en todo el hemisferio occidental, uno se pregunta si el orden mundial liberal y democrático dominado por Occidente colapsará desde adentro.
Un mundo cambiado desde 1975
Tanto los líderes como los académicos y los comentaristas políticos tienden a ignorar la realidad básica de que vivimos en un mundo radicalmente cambiado desde 1975, cuando las naciones más industrializadas del mundo formaron el G7. Los miembros fundadores (Francia, Alemania Occidental, Estados Unidos, Reino Unido, Italia y Japón) eran verdaderas potencias económicas mundiales. Canadá se unió a ellos un año después, y Rusia se unió en 1998, pero se retiró en 2014 después de su invasión de Crimea. Para completar la hegemonía de Occidente, la Unión Europea se convirtió no oficialmente en el octavo miembro de este exclusivo club.
En ese momento, India y China, dos civilizaciones antiguas, vivían en relativa oscuridad y no tenían voz global. Pero el mundo ha cambiado profundamente desde entonces. El ascenso de India y China ha cambiado el equilibrio económico mundial. Los avances tecnológicos, especialmente en los campos digital y de las comunicaciones, han revolucionado la industria y la vida cotidiana en estos dos países.
Ascenso de la India
India está hoy por delante de Italia, el anfitrión de la cumbre de este año, en términos de poder económico, político y militar. Probablemente lo mismo pueda decirse de Canadá. Por sí solos y sin el poder estadounidense, estos dos países no pueden ejercer mucho poder en el escenario global. Japón, el hombre extraño del club de viejos, se contenta con ser un socio pasivo. El Reino Unido, que alguna vez fue una potencia mundial, obtiene su fuerza principalmente de ser el lacayo de Estados Unidos. La segunda y quinta economías más grandes del mundo, hogar de un tercio de la humanidad, tienen poca o ninguna voz en un orden mundial dominado por las potencias occidentales.
Con la caída de la Unión Soviética, Estados Unidos obtuvo las claves de la gobernanza global y asumió el papel de único líder mundial. El G7 ha enfrentado crecientes críticas a lo largo de los años por ser un club exclusivo que representa principalmente los intereses de los países occidentales ricos. Los críticos suelen etiquetar al G7 como un “club de viejos” o un grupo del “mundo occidental blanco”, sugiriendo que está fuera de contacto con las realidades globales del siglo XXI.
Los críticos del Sur Global, con India como potencia líder, argumentan que el G7 perpetúa un sistema económico neocolonial que prioriza los intereses de sus miembros sobre los de los países menos desarrollados. Esto es evidente en las políticas comerciales del G7, a menudo vistas como proteccionistas y perjudiciales para los países en desarrollo. Además, el enfoque del G7 hacia cuestiones globales como el cambio climático y la salud a veces es criticado por imponer valores y soluciones occidentales sin considerar adecuadamente los contextos y necesidades locales.
El lugar correcto en la India
La preocupación de Occidente no es si el orden mundial debería ser más inclusivo. Su principal preocupación es que el orden mundial existente enfrenta una amenaza existencial. Consideremos el discurso del presidente francés Emmanuel Macron en la conferencia anual de embajadores franceses el año pasado, en el que lamentó que “los esfuerzos para cambiar el orden mundial existente amenazan con debilitar a Occidente y a Europa en particular”. También advirtió contra el debilitamiento de la influencia occidental en instituciones globales clave como el Consejo de Seguridad de la ONU, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.
La reforma del G7 es esencial. Los indios podrían preguntarse: ¿por qué no se puede considerar a la India miembro del G8? Se puede entender que Occidente no quiera incluir en este grupo a una China antidemocrática y a una Rusia expansionista. Pero países como India, Brasil y Sudáfrica deben ser parte de un orden mundial nuevo y reformado.
India tiene las credenciales adecuadas. Con una gran población, una importante economía de rápido crecimiento y una ubicación geopolítica estratégica, India presenta un fuerte argumento para su inclusión en el G7. La integración de la India en el G7 mejorará la legitimidad y representación del grupo y fortalecerá los esfuerzos globales para abordar cuestiones críticas como el cambio climático, la seguridad internacional y la desigualdad económica.
Como actor global responsable, la India ha demostrado su compromiso con el multilateralismo y la cooperación internacional. La participación activa de la India en organizaciones como las Naciones Unidas, los BRICS y el G20 pone de relieve su voluntad de participar de manera constructiva en los problemas globales. Su inclusión en el G7 mejorará las credenciales democráticas del grupo y fortalecerá la alianza global de países democráticos que trabajan para defender las normas internacionales y los derechos humanos.
Estados Unidos y Occidente han librado varias guerras y han lanzado ataques perpetuos a países independientes. Su historial está lleno de guerra y violencia. A la India se le debe dar una oportunidad en el nuevo orden mundial porque es capaz de luchar por la paz. Nuevamente, para citar a Alfred Tennyson, “El sonido de mil guerras antiguas, suenan mil años de paz”.
(Syed Zubair Ahmed es un periodista indio residente en Londres con tres décadas de experiencia en los medios occidentales)
Descargo de responsabilidad: estas son las opiniones personales del autor.